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La Tela de AraKne

A primeros de octubre del 2003

Había sido hermoso, aunque él me dijo que la casualidad no existía...

Y habían transcurrido dos horas desde que nos encontráramos. Eran las seis y media y me sobresalté: amanecía.
- ¿A dónde te llevo? - me contestó amable y sin distancias.
- A... - y yo le di la dirección misma de mi casa. No sabía por qué pero había confiado plenamente en él. Pero de camino me di cuenta de que no llegaríamos a tiempo y sentí una gran angustia. Por un momento pensé que me había vuelto rematadamente loca: '¿Cómo es que le has dado tus señas si ni siquiera le conoces?'... pero acabábamos de hacer el amor y él había sido tierno y afable conmigo como no lo había sido nadie... Mi angustia no procedía de él. Él seguía siendo el mismo que yo había conocido dos horas antes y seguía sonriente a mi lado. Era yo la distante... quizás mañana, tras la mañana ya no fuese la misma y culpase de todo al alcohol; quizás la nausea que me amenazaba fuese la del arrepentimiento y no la de la borrachera. No me daría tiempo, no. No podía llevarme a mi casa; sería terrible llegar en aquel lamentable estado al mismo tiempo que él. Si pudiera desnudarme rápido y meterme en la cama pero todo daba vueltas. ¡Oh Dios mío! Cuanto quisiera no haber bebido tanto... vomitaré...

- Espera, mejor no... déjame dónde las escuelas de...

Sí, mejor así; así vería sus ventanas. Muchas veces a esas horas había visto luces en la cocina y el reflejo de la tele en el salón y entonces recordaría aquellas épocas pasadas en que no era valiente y tenía miedo de todo y el 'Amor' aún era el amor con mayúsculas y contaba más en la Vida que la belleza y lo inmortal... y eran aquellas luces las que me guiaban en la oscuridad, en mi intento de dejar los miedos atrás. Fue por él, que vivía bajo aquellas luces, por quién me había buscado y encontrado, y fue por él por quién me había perdido y encontrado y sucedía aquella noche...

Y llegamos al lugar. Eran las siete menos cuarto del final de un agosto tranquilo, y creo que él percibió mi distancia comprendiéndola como lo había comprendido todo de mí por instinto. Probablemente después de aquella vez yo no quisiera volver a verle en toda mi vida y él lo sabía...

- Cuídate - me dijo dulce como quien no sabe si volverá a ser mecido por la misma hermosa casualidad dos veces

- Sí, lo haré y gracias por ser tierno conmigo...

Era una despedida en regla. Estaba siendo fría como una casa de huéspedes hostil. No creí, no creí que lo quisiera volver a ver. Nunca había querido volver a ver a nadie que haya conocido después de amarle a 'él', al hombre de las ventanas... no necesariamente...

- Pero si yo soy tierno hasta con las moscas -me dijo.

Y no sé pero algo que no supe que decir que era me dolió en aquel momento... Le miraba y no recuerdo si le dije algo más antes de cerrar la puerta. Y cuando arrancó sólo tuve tiempo para leer la consonante de una provincia 'extranjera'. Podría encontrarle si fuera necesario... y caminé a lo largo de la calle pero no vi ninguna luz.


(2/Octubre...)

Era el mediodía y empiezo a pensar en no acudir a la cita de los miércoles. No es obligatorio que lo haga y recuerdo la última vez que me ausenté... ya hace meses de aquello y además lo hice con una mala intención: quería que él se sintiera culpable y me echase de menos... y no me enorgullezco precisamente de haber querido`jugar´con su corazón... Después miro, ayer, lo que se esconde en el mío y él me habla y no me parece una voz con trampa. Entonces tomo el teléfono y escribo:
'No me siento bien hoy, así que no iré. Ya sé que no me necesitas pero no quería no decírtelo. Un saludo'

Y no espero por nada, de verdad que no espero por nada; desde su mensaje del Año Nuevo, cuando comenzó `todo entre nosotros, él no ha vuelto a contestarme... supongo que por prudencia y no por falta de ganas, aunque no siempre. Y me digo si me llama no respondo. De verdad que era que no me sentía bien pero al minuto escucho el aviso sonoro:
'No te preocupes, que te mejores. Gracias'
¡Dios mío! -me digo-. Él también guarda un sentimiento calladamente por mí...

Lo sé en ese momento. Sólo lo sé, y miro hacia la persiana y por entre las rendijas veo que ha parado de llover y que ha salido el sol... ¿y si también yo fuera de colores para él?

Luego en la madrugada, cerca de las tres, sucede algo importante que me lo confirma. Creo que él se sentía preocupado y que ha estado ahí todo el tiempo, leyéndome, escuchándome en silencio, descubriéndose a través de mí. Me lo dice el corazón y yo me pregunto: ¿y ahora qué he de hacer?

------ Entre Paréntesis ------

Ayer de madrugada borraba; he borrado cientos de palabras escritas. Nunca había sentido la necesidad de hacer algo así y me gustaría vivir, de ahora en adelante, para nunca tener que volver a sentirla.

Creo que aún me queda dar alguna reiterada batida, por esa maraña de palabras en la que se traducen los últimos meses de mi vida, antes de dar el asunto por zanjado pero creo que con ello me he aproximado lo bastante a una buena intención y además con la criba y el repaso encontré unos pensamientos míos que apenas recordaba y que parecían habérseme extraviado de forma definitiva; pensamientos que le atañen a este momento y a este lugar: ¿cuándo comienza uno, pues, a decidir?



--- Se abre un nuevo paréntesis ----- 22/04/2003 13:33

No es que no me haga esas preguntas, sólo que no sé porqué no soy capaz de escribirlas. Como le dije a un caballero antes, cuando las gaviotas barruntan agua se vienen hacia la costa a refugiarse e inundan con sus gritos las arenas. Pues yo, hoy, igual.

Así que no leí sobre Egipto, pero me han dicho que a pesar de la pobreza hay alegría entre sus gentes; que no debería perdérmelo... No busqué a Sekhmet, la diosa leona, que era lo que primero quería hacer, no escribí sobre T..., playa de cuarcitas, ni retraté el árbol sin hojas que ayer logró arrancarme lágrimas y sigo pensando en mi pozo de los deseos, y en Oaxaca.

Yo le dije:
- ¿Te acercarás al cenote?
y él me contestó:
- No hay cenotes donde voy. Esos quedan en el Yucatán.
- Lástima. Me gustaría que alguien con suerte, lanzase una moneda al agua por mí y pidiese un deseo...
- ¿Qué podrías desear tú? -me preguntó como extraño
- Mirarme con ojos propios, en vez de con ojos ajenos
Eso me lo había dicho él antes. Me dijo que me miraba con ojos ajenos... y tenía razón. Me gustaría mirarme como miré a aquel árbol sin hojas que era una danza de ramas.
Yo soy capaz de ver la belleza por todas partes menos en mí; bueno, salvo en raros instantes y siempre en penumbra... ¿y mañana?

(3/Octubre...)

Me he hecho daño en la pierna. La lesión no ha tardado demasiado en hacer de nuevo su aparición estelar. Él ha estado cariñoso y bromista conmigo pero cuando nos fuimos apenas me dolía, así que aún no sabe nada.

Luego pasé por el parque pero tampoco hoy vi a Serengueti; había llovido, era previsible... pero 'A' me dijo que ayer si fue y que preguntó por mí. Las otras pequeñas parecen estar aceptando nuestra especial relación aunque les duela. Así que me acerqué a la librería a por mis libros y mi librera me dio la mala noticia: los dos parecen estar agotados. Tenía uno reservado que ella me recomendó: 'Tres van a ver al rey' de Magnus Mills y esta vez no me olvidé de lo de Juan Rulfo y me vine también con una edición de Pedro Páramo. Alguien me dijo que era una lectura excelente. Pero no podía irme de allí sin un libro para Serengueti. Me gusta hacer regalos que me salgan del corazón y tengo la suerte de que la mujer que regenta esa librería sea una joya porque ahora, ante mí, veo un libro precioso: 'Samovar' de Máximo Gorki; con unas ilustraciones de Violeta Monreal que son una maravilla... pero lo que me atrajo de este cuento, en el que el protagonista es una especie de tetera rusa, es la promesa de que Serengueti y yo entendamos que hay de malo en la soberbia y la presunción. Creo que las dos compartimos ese 'pecado'. Y yo vuelvo a echar mucho de menos a Enate. Esta noche hace una semana que no le veo y ya noto su ausencia. Hasta ayer me llegó su inquebrantable calor. Supongo que podría alcanzarlo aún si corriese ahora ¿pero él espera por mí?

----- Entre Paréntesis -----

No he leído demasiadas páginas de 'La balada del café triste' pero hoy he vuelto a cenar en casa de 'en las nubes'. Le he dibujado camiones, pelotas, caracoles y globos de volar, a su pequeño pero con lo del tractor no he podido. '¿Qué quieres niño? Yo no vivo en el campo y el dibujo jamás ha sido lo mío'.

Cenó en mi cuello, como el otro día, porque lo de la trona ya no es para él y yo le robo 'SU SITIO'; y si algo tiene claro es que ese es 'SU SITIO' y menos mal que hoy me ha dejado sentarme sin montarme un cirio. Yo creo que porque ya sabe que le dejaré que me de comer con la mano y que me tragaré sin reservas la lechuga aunque previamente la exprima entre los dedos de su puñito. Pero anoche se portó muy bien conmigo y yo le di muchos pequeños besos tras la cabecita porque olía muy rico y no se empeñó en tirarme el yogur por encima. A lo mejor fue por lo de los dibujos o porque yo empiezo a padecer esa hambre de afecto que experimento últimamente desde que conozco a Coelo, y me sale del alma, a falta de tomarlo, dar cariño...

Si ya lo noté esta tarde con Patricia. Cuando pasé por el parque y se vino conmigo y se me abrazó pequeñita y cariñosa como es y me dijo:
- ¿Estás malita? Estás triste...
¡Pero que cielo de niña!
- Es que me duele mucho la pierna y me la agarré por la zona de la ingle (es el ''abductor''... una lesión muy antigua)
- Yo te doy masaje
Y comenzó a frotarme con su manita. Pero que ricura de niña. Me puso tan tierna que me apeteció comérmela a besos.

Patri no tendrá más de tres años y medio; cuatro como mucho. Y tenía razón: yo estaba triste.

Hoy me habría apetecido correr hacia él y decirle: abrázame... por dios, abrázame porque eso es lo único que necesito y tengo frío. Y creo que a él no le habría importado hacerlo pero tampoco lo sé. No sé nada. Vuelvo a no saber... no sé si ha estado de nuevo enfermo, si el dolor se le repitió, si esperó verme aparecer, si lo deseó, si lo quiso... si es mejor así... para que ellos se olviden de mí... Si se ha quedado tranquilo al saber que nada de él me hirió y que aunque así fuera yo lo hubiera comprendido. No sé si él está aquí conmigo, si ha sabido llegar, si ha querido quedarse, si le sigo 'importando', si me han descubierto...

Y ya sé que me dijo que tenía sus puertas abiertas y que su casa era mi casa pero han pasado tantos días y le echo tanto de menos que no sé lo que daría por oírselo repetir.

Por si me escuchas: Estoy controlándolo, como te prometí, de verdad pero hasta hoy te sentía todo el tiempo conmigo y a veces pienso, aunque sea una locura, que una parte de ti lo estaba. ¿La dejaste tú venir? Un beso estimado hombre.

(4/Octubre...)

-¿A ver? Levántate -me dijo ella cuando me vio, cogiéndome de las manos
Y yo le hice caso un poco remisa. No estaba muy segura de que aquel fuera un atuendo muy apropiado para un parque infantil
- ¡Woaow!que minifaldera...
Y todas hicieron el mismo gesto a un tiempo
- ¡Qué guapa Viña, que guapa!
- ¿Os gusta en serio?
Les preguntaba por el conjunto marrón: un jersey de corte cuadrado y con un calado precioso, que dejaba los hombros al descubierto y una minifalda muy corta, también de pana marrón. Dicen que tengo unas bonitas piernas; siempre me lo han dicho... el cuello cisne sin mangas tenía un tono hueso.
y ellas me miraban como fascinadas...
Más tarde Serengueti dijo:
- Si yo fuera vestida ahora como tú y caminara como tú y fuera como tú... Sego se enamoraría de mí.
- Escúchame: da igual lo que te dije antes... si comportándote como lo que eres, una niña de nueve años muy loca, le has llegado a gustar... no dejes de comportarte ni por un momento así... porque entonces ya no serás tú y probablemente no le gustarás.
- Pero es que tiene trece. ¿Cómo le voy a gustar?
- Porque te lo digo yo que sé lo leo en los gestos y en la mirada.
- Sus ojos brillan. Le hacen lucecitas cuando me mira. ¿Viste la cara que se le pone cuando me mira?
- Los tuyos también brillan... ¿los míos, no?
- Tú tienes ojos de gata
- ¿Tengo ojos de gata?
- Sí...
y en mi cabeza escuché una canción del Sabina... pero no la que un día su padre me dedicó, ni la que fue en un pueblo con mar... fueron los 19 días y las 500 noches.

'''... siempre tuvo la frente muy alta,
la lengua muy larga
y la falda muy corta...'''

(5/Octubre...)

Él dice que ésta que escribe aquí no soy yo. Me lo dijo la otra noche en la playa. Dice que no, que no lo cuento todo, que no es posible, que tiene que existir alguna especie de censura que yo desconozco.... y lo dice mirándome atentamente al interior, a las expresiones pero con calidez... como si tratara de explicarme algo importante que también desconozco... pero aún no existen las palabras para que yo le pueda entender porque no han nacido, aún no son. No le conozco lo suficiente. No puede dejarme conocerle aún y tampoco puede explicarme más detalladamente sus sensaciones, las que le provoco, ni las conclusiones a las que ha llegado porque no tiene pruebas, sólo me presiente...

Y yo le digo:
- Espera... a veces cuando estoy escribiendo algo y sin saber porqué se me borra... yo lo interpreto como una 'señal'
- ¿Señal? - el gesto es ahora desconfiado.
No es por mí, no; desconfía de ese concepto, de cómo lo barajo yo. La realidad es importante para él: el aquí, el ahora, los pies sobre la tierra.
No es un ilusionista.
- Sí, 'señal'... si algo se me borra y no debería... es como un lapsus, lo interpreto igual... es porque se me olvidó copiarlo o... entonces me detengo y me pienso mucho el cómo y si debo volver a escribirlo... así que tal vez tengas razón y exista esa especie de censura que me dices...
Entonces asiente confiado pero intranquilo. No he entendido lo que ha intentado explicarme pero siente que he hecho un intento serio de aproximarme a ello.

Es condescendiente conmigo porque para él soy pequeña aún...

(6/Octubre...)

Estás muy guapa -me dice dándose la vuelta cuando yo le digo 'hola' por detrás y ya no me espera a sus espaldas

Sí me siento guapa en ese momento. Si me gusta oírselo decir a él. No me importa que sea una costumbre suya y que se lo diga a todas... porque a mí me lo dijo antes, hace un rato, cuando sus ojos me acariciaron en la calle al 'encontrarnos', al vernos aparecer...
- Vamos a entrar aquí -le había dicho yo sonriéndole un poco entre turbada y provocativa. Muy alegre de verle. Satisfecha de haber sido descubierta
- Vale - me sonreía él mientras por mi hombro se resbalaba la piel. Era sólo un hombre contento en aquellos instantes... con pensamientos de hombre sólo.

- Un beso -me pide ahora que estoy cerca suyo.
Creo que ya no contaba conmigo. Y yo se lo doy como una niña buena, en la mejilla, que está caliente y huele a vino y pan... Se lo doy donde se puede porque no estamos solos y mi soledad se vuelve cálida porque el frío ha dejado de existir.

- Voy al baño -le digo yo tan turbia como turbada y feliz. Es el deseo. Deseo es lo que yo experimento por él y lo que palpo en él por mí; deseo transparente o traslúcido, como un murmullo de arroyo que fluye. Era lo único que yo deseaba: estar allí cerca suyo y sentir su calor. No me siento opaca. Y sólo tengo entonces pensamientos de mujer: 'Me siento en casa y su casa es mi casa'.

Lo que me dijo.

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